PANAMA, 20 Jan (EUROPA PRESS)
El Canal de Panamá, esencial para el comercio global y que facilita la conexión entre el océano Atlántico y el Pacífico, se halla en un momento de tensión política, en especial tras las recientes declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump. El mandatario amenazó con retomar el control de esta ruta, vital para el tránsito de aproximadamente el 6% del comercio mundial, alegando la presencia y creciente influencia de China en la región. El Canal, conocido por su innovador sistema de esclusas, permite a los barcos ahorrar un considerable tiempo de viaje, destacando su importancia en la eficiencia de la cadena de suministros global.
Esta construcción, que comenzó en 1903 y terminó más de una década después, ha visto transitar más de un millón de embarcaciones desde su apertura en 1914. Originalmente bajo control estadounidense tras la separación de Panamá de Colombia, el Canal pasó oficialmente a administración panameña en 1999, cumpliendo con los Tratados de Torrijos-Carter firmados en 1977. Estos tratados no solo garantizaron la soberanía de Panamá sobre el Canal sino que también establecieron su neutralidad.
La presencia china en la región ha sido motivo de controversia, especialmente con dos importantes puertos en las entradas del Canal gestionados por la compañía Hutchison Holdings, basada en Hong Kong. Tales desarrollos han suscitado reacciones tanto de autoridades panameñas como estadounidenses, con Trump sugiriendo medidas para garantizar lo que considera tarifas justas para el tránsito de embarcaciones estadounidenses y criticando la política tarifaria panameña.
Las autoridades de Panamá, incluido el ministro de Exteriores, Javier Martínez Sacha, y el presidente José Raúl Mulino, han reiterado la no negociabilidad de la soberanía del Canal, resaltando su importancia como logro inamovible para el país. El debate sobre el control y la administración del Canal de Panamá surge en un momento en que el cambio climático y las secuencias de sequía amenazan el funcionamiento óptimo de las esclusas, limitando el número de barcos que pueden transitar para minimizar el impacto ambiental.
Aunque Estados Unidos sigue siendo el principal usuario del Canal, con casi el 72% de la carga moviéndose desde o hacia puertos estadounidenses, la discusión actual subraya la complejidad de la geopolítica en torno a esta importante vía marítima y los desafíos que enfrenta en el mantenimiento de su estatus como ruta neutral en el mundo.